¿Crisis?

La verdad es que últimamente nada más que hacemos escuchar esta palabra. Que si la crisis del ladrillo, que si la de la ganadería, que si la del petroleo... Pero me he dado cuenta de un dato interesante. Nadie habla de la crisis del alcohol. O de las tapas. Ni siquiera de las terrazas de verano. Y es que si os pasáis por cualquier negocio de hostelería (véanse bares, restaurantes, abacerías, discotecas, terrazas, pubs, afters....) nunca los veréis vacíos. Estos sitios son donde realmente se nota la crisis. O por lo menos dónde se habla de ella, menos en los afters que ahí ya te da igual hablar de la crisis, de lo buena que esá la tía de al lado, o de la guerra franco-prusiana, no te enteras de nada. Todo el mundo comenta lo mal que está la cosa, lo difícil que se ha puesto llegar a fin de mes, que si el euribor, que si el IPC, que si los libros de los niños, que si la letra del coche.... Y todo el mundo está en el bar. Y en el bar no te regalan la cerveza, no. El del bar, como hay crisis de cereales y eso influye en el precio de la cebada que a su vez influye en el precio de producción del barril (de cerveza, no de petroleo) pues te ha subido la cerveza de 10 a 20 céntimos. Y tú te quejas de la crisis y de lo mal que está todo tomándote una cerveza 10 ó 20 céntimos más cara. Y como hay crisis por que el petroleo está por las nubes y los transportistas se han puesto en huelga y no abastecen a grandes superficies y no se ha encontrado nada en el hipermercado que hay junto a casa, pues se pide una tapa. Aunque ya no haya huelga de transportistas desde hace un mes. Y como hay crisis eléctrica no se pone el aire acondicionado, mejor se sale por la noche que se está más fresquito dando un paseo...en dirección a la terraza para tomarse algo.
Como la crisis es así, te das cuenta que no llegas a fin de mes por el euribor, por el IPC, por el precio del pollo y el 4% de subida de las eléctricas entre otras cosas. Por eso. No por que estés más tiempo en los bares que en tu casa. Y lo sé por una sencilla razón. Por que te veo todos los días a mi lado hablando de la crisis en el bar.

Si te encontrara ataría cada una de tus extremidades a cuatro caballos y los azuzaría a la vez hacia los puntos cardinales


Esta entrada va dedicada a ti, pequeño bastardo. Sí, a ti. Al hijo de meretriz que me destrozó el otro día los cuatro cristales de mi coche, de mi Ford Sierra (un coche de alta gama y último modelo como se puede observar). Ya sé que este es un esfuerzo baldío, ya que no sabes leer y más de la mitad de las expresiones ni las conozcas (no pasa nada, ya todos sabemos lo que puedas dar). Como deseo que esta entrada no caiga en saco roto, espero que el mastodonte que te sodomizará en la cárcel (donde acabarás más pronto que tarde) sepa leer y te lo susurre al oído mientras tragas almohada. ¡Qué escena más bucólica!
Espero que no creas que estas palabras surgen del odio inmediato, no. Estás palabras están maduradas y, sinceramente, me alegraré de todos y cada uno de los males que te pasen. Si lo hubieras hecho para robar tendría sentido romper un cristal. Romper cuatro y ni intentar abrir la puerta indica una simplicidad de mente altamente preocupante. Así que, te repito, me alegraré cuando tu novia te ponga los cuernos con tu padre que, dicho sea de paso, pudiera ser cualquiera ya que tu madre siempre fue ligera de cascos, por no decir un poco casquivana. Me alegraré cuando en tu primer día de chapero (este término puede que sí te sea familiar) te contagien siete enfermedades venéreas. Me seguiré alegrando cuando te destrocen tu coche tuneado con piezas de desguace y aerosol barato. Me alegraré cuando no encuentres una vena dónde inyectarte el yeso con levadura que conseguiste cuando vendiste la chatarra que llevas en el carro del supermercado. Pero sobre todo me alegraré cuando te des cuenta de lo triste que es tu vida, que nunca vas a salir del pozo en el que estás y tu única solución sea tirarte de un puente. Eso sí, antes de saltar mira que no haya nadie debajo. A nadie le gusta ver una mierda en el suelo.